jueves, 7 de junio de 2018

Fábulas y cuentos de media noche #8: El cartero


“El cartero”


        …“¿Será verdad?, dicen que la primera vez siempre es la peor y la única que se quedará en tu cabeza para siempre. Después de eso las cosas se vuelven más sencillas, incluso placenteras.”






Ese fue mi pensamiento mientras, cubierto de sangre, abrazaba fuertemente el pequeño cuerpo de mi hijo y lo sofocaba con una bolsa de plástico cubriéndole su cabeza. Estaba tan débil que ni siquiera se resistió.


¿Quién iba a pensar que este sería el escenario cuando hace unos minutos estaba sobre ese mismo césped corriendo y jugando con su padre? Todo sucedió muy rápido: De la nada sonaron varias detonaciones a nuestro alrededor. Cuando reaccioné solo pude ver como aterrizaba sobre su brazo izquierdo, muy lentamente, el primero de los tres impactos sobre mi hijo mientras él corría hacia mí. Luego el del pecho lo detuvo un poco, pero siguió corriendo, con su vida desbordándose por los huecos de las balas... Fue el último, en su pie izquierdo, el que lo tumbó, tiñendo de rojo carmesí el verde lleno de vida de ese parque maldito.
 No me importo que las detonaciones continuaran a mí alrededor, corrí y cubrí su cuerpo con el mío. Su mirada estaba perdida, intentaba hablar, pero solo tosía, pues su boca estaba llena de sangre que se derramaba por las comisuras de su pequeña boca. Lágrimas que salían de sus ojos, ahora fijos en los míos, recorrían su rostro… Entonces, como obra siniestra del destino, una bolsa de plástico atraída por el viento me cubrió el rostro por completo. Supe en ese momento que debía acabar con el sufrimiento y aceptar la pérdida de mi pequeño…

Luego del funeral, su madre y yo buscamos justicia junto con las familias de los 30 muertos de esa tarde en el parque, pero las autoridades, con su ineptitud en su máximo esplendor, no quisieron ayudarnos, clasificando nuestro caso como un “ataque aislado por un comando armado desconocido”, dándole vueltas a la investigación en un sin parar de documentos y entrevistas.

Solo buscaba justicia. “Haz el bien sin mirar a quien”, decía mi madre. Fui criado con esa mentalidad. Era una persona noble, trabajadora e inocente… Sin embargo la sociedad me hizo cambiar de parecer, convirtiendo mi sed de justicia por venganza.






Únicamente quería encontrar a quien disparó el arma en contra de mi hijo y eliminarlo, nada más. Pero, dado a que no había ni una pista donde empezar, tuve que cambiar de parecer. Al final llegué a la conclusión que encontrarlo y matarlo no traería ningún tipo de justicia, mucho menos a mi pequeño de vuelta, incluso pensé en desistir y seguir adelante... Pero tenía esa sed que nada podía saciar: mi venganza.

Debía ser algo más, algo mejor… “¿Pero cómo puedo hacerlo?”, me pregunté mientras caminaba un día cualquiera, perdido por la calle. Entonces vi a un asaltante acercarse discretamente a una señorita, le arrebató su bolso y salió corriendo, desapareciendo entre la multitud y las pequeñas calles sin que nadie pudiera hacer nada mientras la joven lloraba y gritaba llena de frustración… No quise perder mi tiempo consolándola, pues una idea golpeo mi cabeza y tenía regresar de inmediato a casa.



Sobra decir que no mucho tiempo después de esto mi mujer me dejó, pues frustrada por la injusticia, llena de dolor por la perdida y sin el apoyo moral de su pareja, decidió marcharse… Lo cual es bueno, para ella, claro. Pues de no haberlo hecho quizás la habría asesinado.






… Regresando al día que asaltaron a esa joven. Volví a casa y esperé a que anocheciera. Entonces simplemente fui a la cocina, agarré el cuchillo más filoso que encontré, lo sujete por debajo de la manga de mi chaqueta y salí de casa.

Me sorprendió la rapidez con la que un asaltante llego a mí, pistola en mano y amenazando muy discretamente a pedirme mis cosas. En ese momento me sentí feliz. Me sorprendió la facilidad y todo el tiempo que tuve para sacar el cuchillo debajo de mi manga y clavarlo en el pecho. El asaltante ni siquiera se movió, no soltó el arma ni volteo a verme, nada. Solo estuvo ahí parado, congelado unos segundos, hasta que di vuelta al cuchillo y lo incliné un poco, que cayó desplomándose al suelo. ¿Quién iba a pensar que sería tan fácil? Y solo me manche un poco las manos. Ahora él ya estaba muerto y yo tenía un arma de 9mm con 9 cartuchos útiles. ¿Saben? Es muy curiosa la manera en como la vida te recompensa.




Espere unos días, sin culpas y con mucha ansia, para observar el resultado y las consecuencias de esa muerte.



“No cabe duda que la sociedad es sorprendente”, pensé al ver los resultados: Nadie dijo nada de él como persona. Solo le referían como “la rata muerta del callejón” y a mí como un justiciero, aplaudiendo el acto de ese “anónimo” por detener algo que la justicia no pudo parar: un simple ladrón. No hubo demandas y muy pocas investigaciones, pues ni siquiera la familia de esa basura se quiso involucrar con esa muerte.

…“Si la muerte de una persona puede beneficiar a otra: una, dos o más buenas personas entonces todo vale la pena.”




Siempre procuré ser lo más discreto posible con mi venganza. Continué mi vida normal, como un simple asalariado más de esta ciudad. Nunca noté y tampoco siento que he revelado alguna pista sobre mi secreto.

Investigando sobre asesinos y psicópatas me di cuenta que todos los que han sido capturados ha sido por que cometen el error de satisfacer su ego con reconocimiento, empezando a dejar marcas en sus víctimas o pistas a la policía para que sepan que fue él y entonces jugar “al gato y al ratón” con las autoridades. Yo, por mi parte, quise evitar todo esto, ser discreto  y neutral con mis víctimas. Sin embargo creo que se me pasó un poco la mano por no dejar pasar mucho tiempo de diferencia entre un asesinato y otro… pues, lo quieras o no, cuando algo está sucediendo, la policía lo nota… y también la prensa, siendo esta última el peor enemigo y también aliado.




Decidí ponerme una pausa para analizar la situación cuando me di cuenta que había llamado la atención de la prensa y que esta estaba presionando a las autoridades para hacer algo por encontrarme. Desatando la molestia de la población pues, según las entrevistas que vi, ahora viven más tranquilos ya que la delincuencia ha bajado y no quieren que las “corruptas autoridades” intervengan para detener a su justiciero.







… Hago paréntesis para opinar al respecto y reírme un poco de la forma como funciona este sistema, donde el poder lo tienen los medios, presionando a la policía y manipulando la información. Como un pequeño corral donde pelean gallos o perros entrenados, echando a la policía por un lado, enfrentándolo contra la población, exponiendo todo a terceros, espectadores… Todo gracias a mí.

…“Fue entonces cuando algo en mi cabeza detono”…


“Toda esa atención, toda esa tensión, toda esa publicidad… Son consecuencias de MIS actos y yo no tengo absolutamente ningún reconocimiento. ¡NO ES JUSTO!”

… Me acepté como un “psicópata”…



El primero fue un joven traficante de droga: Lo investigué durante unos días. Entonces esperé a que estuviera solo en su casa para someterlo. Fue una sensación diferente, pues hasta entonces estaba acostumbrado a solo llegar y asesinar, sin escuchar las suplicas y llantos de mis ratas. Solo me deshacía de ellos y ya… Cielos, de haber sabido que sería así de emocionante hubiera hecho esto desde un principio.


Es impresionante como una persona de apariencia “firme y fuerte” pierde todo eso al darse cuenta que está perdido. La manera en la que lloran y suplican… Era como una droga espiritual que me penetraba por cada poro de mi piel…

 Cuando una persona se quiebra emocionalmente es muy fácil manipularle dándole una esperanza de que se pueden salvar: La mía era dándole un bolígrafo y unas cuantas hojas mientras le pido que escriba su vida, sus razones por las que eligió el camino del mal y una lista de las personas a las que había afectado con sus malas decisiones o hecho algún tipo de daño prometiéndole que yo las evaluaría y entonces tomaría la decisión de asesinarlo o no, de acuerdo a su historia y su arrepentimiento…

Luego de leer la carta, satisfecho y con un gran suspiro, tomé sus manos y con unas tijeras de jardinero corté uno a uno sus dedos, hasta completar la lista de 14 personas que él mismo me había dado. Sobra decir que ese joven murió agonizando de dolor.

Los dedos y la carta los envié a la oficina editorial que más atención le había puesto a mis hazañas, que estaban a mi favor y poniendo en ridículo a las autoridades.





A partir de ese momento se me conoció como “el cartero”. Repetí esta rutina con todas y cada una de mis víctimas, con sus excepciones, claro está. Aquellos cuyos delitos estaban daños a niños, ya sean violadores y golpeadores: A ellos les cortaba el pene, lo cocinaba y hacia que se lo comieran, luego los torturaba sin darles tregua. En el caso de mujeres les cortaba un glúteo, solo porque los senos es algo más “predecible”, y no me gusta ser tan predecible…



¿Saben?… Es increíble el daño que una sola persona puede ocasionarle a todo una sociedad. Con muchas de mis “victimas” me hicieron falta dedos. En esos casos los torturé hasta que murieran por si mismos ya sea de hambre o desangrados… Sé que quizás mi juicio no es el mejor, pero al menos lograba satisfacer un poco mi sed de justicia y un poco la de venganza.



… Como si fuera droga, me volví adicto a escuchar sus historias, leer sus cartas y a descifrar que ninguno de ellos revelara mi identidad… Eso último me encantaba. Aun sabiendo que todo estaba perdido e incluso siendo conscientes de que merecen morir quieren parar mi labor entregándole pistas y descripciones a las autoridades.
Que imbéciles…


Luego de un tiempo y por alguna extraña razón de pronto la prensa dejó de prestarme atención, creí que éramos amigos.

Ignoro las razones, pero no la furia que eso ocasiono. Fue entonces cuando recapacité un poco y me di cuenta que me había salido de mi objetivo, el cual era vengar la muerte de mi hijo. Incluso, inconscientemente, dejé de pensar en él por mucho tiempo, hasta ahora… Solo estaba matando por placer… Esa sensación que provoca ver como lentamente la luz se opaca en los ojos de una persona cuando se quedan mirando hacia la nada con un gesto de sorpresa y no se vuelven más que una masa gelatinosa que si no se dispone de ella de inmediato se pudre y apesta todo alrededor; Esos gritos de súplica que van de mayor a menor cuando les amputas una extremidad y lentamente se desangran, ver como ellos observan impotentes la sangre coagularse sobre el piso, su sangre, su vida ahí derramada mezclándose con sus heces y orina, resignándose, arrepintiéndose de todo y luchando, suplicando incluso por morir.

Sé que si el día de hoy se me llegara a juzgar será un juicio con una sentencia muchas veces mayor a la que le hubieran podido dar a quien asesinó a mi hijo. Soy consciente de que me he convertido en algo peor que ellos, y no me importa, porque ante el espejo y los ojos de quienes me rodean yo soy una persona ejemplar: común y corriente asalariado que hace reír a todo mundo.


… En fin, para este momento seguro se preguntan “¿Por qué escribe todo esto?”… ¿Verdad?... Quizás creen que siento mucha culpa o arrepentimiento y que necesito confesarlo, ¿no?... Tal vez incluso podrían pensar que solamente quiero restregarles mis logros en la cara, lo cual, en parte, es correcto. Pero sigue sin ser el motivo de esta carta.

La razón es simple: Solo quería decirles que nunca me van a atrapar. Y aunque me atrapasen, me han hecho tanta publicidad que habrá quien siga mis pasos, de eso estoy seguro. Así que al momento de atraparme ni siquiera sabrían si realmente fui yo quien lo hizo, o no lo sé, a lo mejor ya me atraparon por un delito menor y estoy escribiendo esto desde la cárcel…

Al respecto he de confesar una cosa, y es que creo que ya lo están haciendo, pues he visto notas y columnas con unas cuantas cartas de las que estoy casi seguro que no he sido yo quien las ha mandado, aunque ya no lo sé, últimamente han sido tantas que ya no recuerdo bien… Piensen también que probablemente no me podrán atrapar por que me pienso suicidar dentro de muy poco… No lo sé… Hay muchas posibilidades. Eso me alegra, pues, al final, dentro de todas ellas en ninguna está la de caer en las manos de lo que socialmente se conoce como “justicia”, pues yo soy algo más grande (y efectivo) que ello.


P.D: La historia de mi hijo muerto es falsa: Es algo que me inventé como motivo para llamar su atención y darles la nota estelar, ya saben, el drama vende bien… ¿De verdad creyeron que les contaría mis razones para hacer todo esto dejando un campo abierto para una investigación y así poder saber quién soy encontrarme?... Que inocentes, por eso me caen tan bien… Sin embargo, es una historia conmovedora, ¿no creen?





Atte: “El cartero”

NOTA: La autoría de esta historia y todas las que se publican en este blog pertenecen al escritor "Amorosa" o "Antonio Orosa". Cualquier reproducción parcial o total de las obras aquí expuestas sin permiso del autor están completamente prohibidas por leyes y derechos de copyright. La foto no, esa tiene su propio autor, créditos y agradecimientos a él o ella.

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