jueves, 30 de noviembre de 2017

Fábulas y cuentos de media noche #7: El bandido


EL BANDIDO


... Luego de perder el duelo, no supe que sucedió. Debí haber permanecido ahí tirado unos días, muerto, o no lo sé. Lo que sí sé es que hoy en día no hay respeto por los ladrones y bandidos: Una vez que éste muere lo dejan ahí, que se pudra, ¡que indignante!
Me desperté al sentir un par de moscas en la cara y un gran dolor en el pecho. Al tocarme sentí el hueco de las balas que me habían atravesado, pero no me dolía tanto como se veía.

No tuve tiempo de detenerme a pensar que estaba pasando, por qué estaba vivo: Así como reaccioné, me levante y corrí a esconderme. Me refugié en un viejo granero abandonado, donde revisé mis heridas a fondo, viendo que solo estaban sucias, pero no tenía infección, es más, estaban casi sanadas por completo.


Me quedé en el granero un par de días, hasta que me recuperé por completo. Entonces decidí que lo mejor sería huir del pueblo y empezar una nueva vida ahora que todos creían que estaba muerto.

Mientras caminaba por un pequeño bosque, entre un pueblo y otro, me puse a reflexionar cómo es que la humanidad había retrocedido tanto después de 6 guerras mundiales, 3 holocaustos nucleares y aquél viejo supuesto regreso del "mesías" en el año 4026... Todo para terminar hoy en día como en los principios de la era humana primitiva, siendo solo la gente rica y poderosa quienes gozan los beneficios y tecnología de más de diez mil años de mejoras y avances tecnológicos.

... Fue entonces cuando se me ocurrió la idea de robar una de las naves del emperador y mudarme a otro planeta. Artierra, en el sistema solar de Tau Ceti era mi mejor opción: un planeta de artesanos y campesinos, muy relajado. Sólo quería un nuevo comienzo, dedicar esta nueva vida “infinita” en algo más significativo.

Antes de planear mi estrategia para robar la nave quise resolver la incógnita de cómo es que mi cuerpo sanó tan rápido y si aún tenía esa capacidad:
Me sometí a varios experimentos, desde pinchazos en los dedos que nunca sentí, hasta clavarme una cuchilla en el abdomen, que apenas produjo un cosquilleo y sanó de inmediato al retirar la cuchilla. Me di cuenta gradualmente que mientras más daño me hacía, más rápido me recuperaba y el dolor cada vez se sentía menos. Incluso me llegué a cortar un dedo anular por completo y este creció de nuevo en mi mano en un par de días, mientras que el dedo cortado se quedó ahí, sin pudrirse e incluso moviéndose como si tuviera inteligencia propia. Entonces supe que podía usar esta habilidad a mi favor.

Ya tranquilo sobre mi salud (aunque aún sin saber cómo adquirí esta habilidad, lo cual ahora ya no me interesa) empecé a estudiar el castillo desde sus alrededores: las entradas, salidas, las claves y compuertas secretas; a los guardias imperiales de Orión, la ubicación de la nave y cómo pilotearla. No me tomó mucho tiempo juntar la información y hacer una estrategia aplicando mi ventaja corporal:

Trepé y salté del muro más alto del castillo, que es el menos vigilado. Caí y aunque me rompí una pierna un segundo, pude avanzar lentamente y sin ser detectado hasta dentro del castillo.
Todo hubiera salido de maravilla si el emperador no hubiera salido al baño y se hubiera topado frente a frente conmigo en un pasillo. A partir de ahí no tuve más opción que correr directo a la nave, pues los guardias salieron a montones y por todos lados tras de mí.

No faltaba mucho, los guardias dispararon sus armas laser hacia mí y, confieso, las que me atravesaron me escocieron un poco, pero no me impidieron dejar de correr hasta que llegué a la nave y, tal y como lo imaginé: sin problemas, despegué.
Prendí el transmisor para escuchar las indicaciones a los guardias y me tranquilizó la orden del codicioso emperador de no disparar para no dañar la nave y seguirme hasta que se me agotara el combustible y asesinarme al aterrizar.
Paso mucho tiempo porque así quise que fuera. Por fortuna al parecer mi cuerpo tampoco requiere alimento alguno, lo cual me mantuvo alerta y de buen humor todo ese tiempo mientras escuchaba a los guardias por el transmisor casi darse por vencidos y dejarme ahí pensando que ya habría muerto de hambre y sed. Esperé un poco más, para ver si cedían. Sin embargo no fue así, pero eso ya lo sabía.

El combustible estaba por agotarse y apliqué el plan: Volé a Tau Ceti a toda velocidad y estrellé la nave sobre un desierto en Artierra, eyectándome unos segundos antes de la colisión. Obviamente me estrellé yo también y quedé tan mal herido que no pude recuperarme a tiempo, por fin me capturaron y ahora aquí me tienen, dando mi testimonio.

- ¡Já! ¿De verdad creíste que no te agarraríamos? ¡Somos la guardia imperial!

- Lo sé y eso también lo consideré, mi robusto, verdoso y querido amigo. Por eso dejé que a este yo lo agarraran.

- ¡¿A este yo, dijiste?!

- Así es, y no se miren como tontos entre ustedes y luego a mí como un bicho raro, que en este cuarto ustedes son los feos. Les explico: Mi cuerpo no solo sana y se restaura a sí mismo, sino que puedo hacer copias exactamente iguales a mí, con todos mis conocimientos y poderes. Yo soy una de esas copias, mientras que el original todo el tiempo permaneció dentro de la nave destrozada hasta que sanó y se fue, a pie y libre mientras me apresaban a mí. ¿Por qué creen que permanecí tanto tiempo en órbita? Me estaba formando: solo un mes después de dejar caer una pierna sobre el suelo de la nave y ¡listo! Aquí me tienen (por cierto, querrán limpiar la nave antes de entregarla de vuelta).

Y créanme, no me importa estar aquí. Mientras que el original esté bien, a nosotros – los guardias se miraron el uno al otro de nuevo, muy confundidos -  nos basta con cerrar los ojos para ver y sentir lo mismo que el original.

- ¿N... nosotros?

- ¡Sí, nosotros! Ahora ya déjenme por favor, porque una pelirroja muy guapa me está sonriendo.

 …Por cierto, ¿recuerdan el dedo que dejé por ahí tirado? Ahora mismo está sometiendo al emperador. ¿Qué clase de emperador y “estratega” baja así la guardia y manda a más de la mitad de sus esclavos miles de años luz, al otro lado de la galaxia tras un bandido nada más para recuperar una nave y dejar vulnerables otras noventa y nueve y todo su imperio? En fin, sepan que quizás me vuelva el próximo emperador y que no les sorprenda que yo mismo mande a liberarme dentro de poco mientras que, en otro lado, estará el yo original disfrutando una vida tranquila, completamente libre y sin preocupaciones pintando un hermoso cuadro.  

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