sábado, 8 de julio de 2017

Fábulas y cuentos de media noche #5: Para ti


PARA TI

     Tenía los ojos cerrados, sentí cabello largo y suave rozar mi mejilla izquierda y un par de lagrimas rodando sobre la derecha. Mi cabeza estaba apoyada sobre algo, algo que mis brazos estaban abrazando... alguien. 

Desde mi alma salió un suspiro entrecortado.

     Lentamente mis brazos se soltaron de ese "alguien". Sentí como su cabello se alejaba de mi mejilla y eran remplazados por lagrimas. En mis labios se dibujó una sonrisa mientras me limpiaba los ojos con las manos y, como un niño que recién despierta, los abrí. El resplandor de una fuerte luz me cegó por un instante. Pude escuchar pájaros a mi alrededor, el viento sacudiendo las copas de lo arboles y voces de niños y adultos riendo y gritando felices. 

    Cuando me acostumbré a la luz pude ver una silueta sentada a mi lado, era lo que estaba abrazando, quien estaba abrazando. Cuando la imagen se hizo más clara, pude distinguir a una mujer sonriendo gentilmente mientras una lagrima caía por su mejilla derecha. De inmediato la reconocí... Eras tú. 

     Estábamos sentados sobre una banca en un parque. Los ruidos que escuché se ilustraron cuando vi a la gente corriendo entre los árboles. Ahí estabas tú, sentada a mi lado, mirándome a los ojos. Sonreí y te devolví la mirada. Al dudarlo un poco decidí acercarme a ti, luego me animé a tomar tu cabeza entre mis manos y, con mis labios, besé tu frente cariñosamente. Luego puse mi frente sobre la tuya y te miré a los ojos, sonreímos. Con tus brazos rodeaste mi cuello y pusiste tus labios sobre los míos.

     Cerré mis ojos y me dejé llevar por el tornado de sentimientos que se había formado en mi interior. Después de un rato nos separamos y abrí los ojos. El parque se había ido, fue remplazado por una habitación de paredes blancas, en una de ellas estaba una gran ventana, por la que entraban los rayos del sol que iluminaban tu rostro, que me miraba sonriendo. La banca también fue remplazada por una y suave cama envuelta en sabanas blancas, como la luz reflejada en tus ojos. 

                     Las palabras no eran necesarias, me lo dijiste todo con la mirada.

     Lenta y tímidamente me acerqué a ti y, con mi mano derecha, te tomé por la cintura. Con la izquierda la nuca y te besé en el cuello debajo de la oreja derecha. Suspiraste y me abrazaste por la espalda, apretándola con la punta de tus dedos. 

     Lentamente nos fuimos quitando la ropa. Mientras la tela abandonaba tu piel, dejándola expuesta, yo la cubrí de besos y caricias para protegerla. El tacto de tu piel era tibio y suave. El ritmo de nuestra respiración era el mismo: Inhalábamos cariño y exhalábamos amor. Nuestros corazones latían fuerte y rápido, como tambores que tocaban una melodía que solo nosotros conocemos. 

     Me llevaste al otro lado de la cama entre caricias y besos sobre nuestros cuerpos desnudos, me apoyaste sobre la cabecera, de tal forma que quedé sentado. Te sentaste sobre mis muslos con las piernas abiertas, las rodillas dobladas y tus pies rozando mi cadera. Me miraste a los ojos y sonreíste. Sonreí y luego me abrazaste, creando un movimiento donde nuestros sexos se encontraron. El calor del tacto creó una química que nos fusionó, volviéndonos una sola presencia bajo el ruido del enorme suspiro que surgió cuando nos dimos ese eterno abrazo que para siempre nos unió. 


                       
                             "Cerré los ojos deseando que ese momento durara para siempre. Pero, como siempre, la alarma del reloj me recordó que la realidad es mi presente."

NOTA: La autoría de esta historia y todas las que se publican en este blog pertenecen al escritor "Amorosa" o "Antonio Orosa". Cualquier reproducción parcial o total de las obras aquí expuestas sin permiso del autor están completamente prohibidas por leyes y derechos de copyright.

No hay comentarios:

Publicar un comentario